Marshall Browne fue un autor australiano muy valorado, principalmente conocido por sus novelas de ficción criminal. Nacido en Melbourne, Australia, Browne tuvo una carrera variada antes de dedicarse a la escritura. Trabajó como banquero internacional durante 37 años con el National Australia Bank (NAB), y incluso tuvo un antepasado que fue uno de los fundadores del primer banco de Australia. A pesar de su exitosa carrera bancaria, la pasión de Browne por la escritura nunca se desvaneció.
El viaje de Browne como escritor comenzó en serio a principios de la década de 1980 cuando publicó tres libros en Gran Bretaña. En ese momento, la escritura seguía siendo un hobby para él, algo que hacía ocasionalmente los domingos. Más tarde, se centró en novelas históricas ambientadas en Melbourne a finales del siglo XIX, con "The Gilded Cage" y "The Burnt City" como ejemplos notables. Sin embargo, fue con "The Wooden Leg of Inspector Anders", publicado en 1999, que Browne ganó un reconocimiento significativo. La novela, que presenta a un policía con una pierna de madera que investiga un asesinato, ganó el premio Ned Kelly a la mejor primera novela policíaca y fue finalista en los premios Book 2002 del Times de Los Ángeles.
La escritura de Browne se caracterizó por su interés en los héroes dañados. Después de "The Wooden Leg of Inspector Anders", escribió tres novelas sobre Franz Schmidt, un auditor con solo un ojo, y Hideo Aoki, el héroe de su novela de 2006, "Rendezvous at Kamakura Inn", un policía japonés deshonrado. Las obras de Browne fueron bien recibidas por críticos y lectores por igual, con sus libros a menudo elogiados por su gran caracterización, exploración del tiempo y lugar históricos y narración atractiva.
Además de sus series Inspector Anders y Franz Schmidt, Browne también escribió "The Melbourne Trilogy" y publicó una novela, "The Sabre and the Shawl", con Australian Scholarly Press. Desafortunadamente, Browne falleció justo diez días después de la firma de libros en una librería para "The Sabre and the Shawl". Estaba encantado con la asistencia y la respuesta positiva a su trabajo, pero también estaba agotado, bromeando con que la gente que lo miraba estaba viendo el fantasma de Marshall Browne. A pesar de su fallecimiento, las contribuciones de Browne a la ficción criminal australiana seguirán vivas.